Allá por el siglo XIII, tras la persecución y extermino de los herejes fieles al catarismo, Carcassonne se erigió como la fortaleza que defendía esa parte del sur del Reino de Francia, frente a la indeterminada frontera con el Reino de Aragón.
Su emplazamiento y magnitud, ejerció un gran poder disuasorio hacia el enemigo que acosaba por el sur.
En sus alrededores, mejor o peor conservados, se levantan aun los vestigios de numerosos castillos, bastiones o simples torres de defensa, que defendían también la endeble frontera entre Aragón y Francia.