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domingo, 20 de septiembre de 2015

Gaztelugatxe y Leitzarán

Hacía mucho, demasiado tiempo quizá, desde la última vez que salí a perderme por las carreteras, con un único punto previsto donde darme la vuelta, y sin más.
Como dicen los moteros, el destino no es la meta, sino el viaje.
Y ahí de mañana fresca, temprano, a lomos de la kawa, nos fuimos a ver mundo por esas deliciosas carreteras de montaña que tanto nos gustan.
Leitzarán es el nombre de un río que nace en Navarra y da nombre a la polémica autovía en el momento de su construcción, la A-15, que une Pamplona con San Sebastián.
Se abre en Irurtzun, entre dos colosos de roca con unas curvas amplias y en pendiente, rodeada de bosques, valles y montañas, que en muchos momentos invitan a detenerse y observar el paisaje. No es fácil hacerlo. No hay casi zonas de descanso, por lo que hay que mirar de reojo. Finaliza en Andoain y un poco más allá se llega hasta Donosti, sin dejar de estar rodeado de ese frescor verde de Euskadi.

Una sugerencia:
Que nadie venda la moto hasta que no haya recorrido esta autovía.




A la ermita de San Juan de Gaztelugatxe, se puede llegar desde Bermeo por una carretera extraordinaria que va surcando la violenta costa cantábrica en una zona donde islotes y acantilados se afanan en resistir los golpes de mar, dibujando un litoral espectacular.
La ermita en cuestión se encuentra en uno de esos islotes, unido a tierra gracias a un estrecho puente reconstruido en muchas ocasiones, por culpa de la energía del Cantábrico. Hasta ella se asciende a pie por un sendero estrecho con escaleras de piedra.

A ver si retomo la costumbre de salir en este plan y volver por aquí más frecuentemente.